LOS TRES REYES MAGOS SACUDEN BILBAO
Al filo de las cinco de la tarde de ayer la avenida de la Gran vía de Bilbao brillaba a los ojos de los niños acompañados por sus padres y abuelos. A cuenta gotas cientos de familias de bilbaínos salieron por la boca del metro en la estaciones de Abando y Moyúa. A las afueras del Hotel Carlton Doña Ana le pedía paciencia y seriedad a la pequeña Iratxe, quien a sus cinco años exigía una explicación a la tardanza de los tres Reyes Magos. Niños, ancianos y adultos soportaron de pie y de manera estoica por más de una hora, para alcanzar lugar en primera fila.
Como un acto diplomático para recibir a un primer ministro de la Unión Europea la avenida permanecía resguardada por cercos de metal colocados al borde de las banquetas, para evitar que los curiosos o los arrebatados interrumpieran la cabalgata de los Reyes de lugares lejanos y desconocidos. Pero lo realmente importante para la mayoría de los asistentes era que estos personajes traerían muchos regalos a casa mientras Bilbao dormía.
La cuesta de enero y la fractura en el proceso de paz; Barajas y la cómoda solidaridad con los deudos de los dos ecuatorianos quedaron atrás a fuerza de cantos, bailes, luces y color.
La marcha se diseñó con el principio de la nostalgia. ¡Ahí van los ositos de felpa, el tren chu, chú repleto de vaqueros, y forajidos vestidos con el traje a raya de prisioneros al estilo del viejo oeste!.
El plato fuerte venía al final con los muñequitos playmobil que en el papel de obreros constructores precedían como una corte al rey mago Melchor; unos pasos atrás Gaspar ,“el Rey de la baraja”, gracias a algún innovador de la historia y finalmente Baltasar se abrió camino con un grupo de jóvenes negros que hacían retumbar los tambores ignorados desde de San Francisco, el barrio de migrantes.
La caminata fue breve, la Gran Vía es menos grande de lo que dice su nombre y en menos 30 minutos los tres Reyes Magos fueron recibidos por el alcalde Iñaki Azkuna en las escaleras del Ayuntamiento que recibía baños de luz rosa y azul.
Los invitados ofrecieron un discurso de agradecimiento breve y políticamente correcto
a sus seguidores. Felices fiestas y nada sobre la paz, dicen que los de Madrid traían ese rollo, impostores tal vez, lo cierto y me pregunto si Baltasar gestionó alguna amnistía para los indocumentados de África.